Hace años que, en vista de la evolución de los teléfonos móviles, comenté a un amigo que me parecía que lo natural en el desarrollo ya en un camino común de las herramientas informáticas, multimedia y de telecomunicaciones habría de ser la reducción a dos extremos: por un lado, el del aparato lo más ligero posible que llevamos cada uno allá donde vayamos, y por el otro, el del aparato que nos envolviese en los recintos en que nos introdujéramos (típicamente casa o coche; dejo de lado el trabajo porque hablo sólo de usos privados).
El aparato pequeño es la culminación de la informática personal, y sería un dispositivo personal, una extensión del propio individuo, para gestionar información en el lugar en que nos movamos en cada momento (lo que ya sabemos de los smartphones: agenda, reloj, multimedia, Internet, e incluso, fíjense ustedes, las comunicaciones telefónicas tradicionales que quedan cada vez más relegadas por las anteriores funciones).
El aparato grande sería una plataforma que se personalizaría cada vez que conectamos el pequeño a él para que podamos manejar el entorno en que nos hemos introducido, con multitud de aplicaciones: poner a cocinar una receta, reunirnos con familiares por videoconferencia, ver la TV, navegar por Internet, crear iluminaciones y ambientes… Sería la culminación de la inmótica y domótica, del home cinema y de la evolución actual de los televisores.
Desde que comenté esto con mi amigo, la proliferación de los smartphones conectados a Internet ha detenido la tendencia de los teléfonos móviles a la mengua de tamaño, ya que al ser utilizados como pantallas de visualización no pueden reducirse hasta tamaños impracticables para ésta, pero desde luego es un paso más hacia el aparato pequeño que llevamos con nosotros.
La domótica tiene menos implantación, pero es en una de esas aplicaciones en lo que quiero abundar ahora, y es la idea de unificar la creación de ambientes, la iluminación y la visualización de multimedia, ya que buscando en Internet no he encontrado nada en ese sentido.
- Los televisores son cada vez más grandes y definidos y están obligando a la reformulación del mobiliario de salón: los aparadores con vitrina dejan paso a muebles bajos sobre los que colocar el televisor, desvinculados de las estanterías que pueda haber sobre ellos. El paso definitivo es integrar el televisor en la pared convirtiendo ésta en un gran panel de Smart TV multiventana, en que el usuario escoja en qué zona y con qué tamaño colocar cada una de las cosas que le interese estar viendo, siendo posible incluso que varias personas utilicen el televisor-panel-pared a un tiempo, o que simplemente se muestre la fotografía de un paisaje mientras nos dedicamos a otras actividades. Unido, por supuesto, a sistemas de audio que aprovechen como mínimo las cuatro esquinas de la habitación.
- Puestos a convertir superficies de la casa en paneles interactivos, podemos plantearnos no sólo mirar horizontalmente imágenes verticales, sino también mirar verticalmente imágenes horizontales. En otras palabras, transformar el techo en otro televisor-panel, con otra variedad de aplicaciones, como por ejemplo, en los dormitorios, utilizarlo igual que un televisor-panel-pared vertical se usaría ya en los salones. O también crear animaciones que conjuntamente con los altavoces de la habitación creen un ambiente; estas animaciones podrían descargarse on-line y típicamente simular exteriores (cielos estrellados con sus grillos, cielos azules con sus pajarillos… a saber cuantísimas posibilidades, a gusto del residente). Un paso más sería que, a la hora de simular imágenes distantes, dos pequeños sensores, que se podrían llevar de manera tan cómoda como unos auriculares, den nuestra posición al ordenador para que utilizando falsa perspectiva nosotros veamos siempre la misma imagen desde nuestro punto de vista.
- No se me olvida que en los techos de las habitaciones lo que suele haber son elementos de iluminación, pero se me ocurre que esto puede precisamente combinarse con los televisores-paneles, especialmente el de techo, creando una imagen que funcionaría como iluminación de la estancia, que de hecho permitiría establecer la configuración de puntos de luz que conviniese a cada ocasión, con sólo especificarla de modo elemental en el ordenador de dicha estancia. Mi duda es si la intensidad luminosa de una pantalla es comparable a la de una bombilla y por tanto suficiente como elemento de iluminación; de no serlo, habría que combinar el televisor-panel-techo con puntos de luz convencionales.
En fin, que no sé si algún día podremos por ejemplo montar en nuestro salón un picnic a la puesta de sol cuando fuera de casa diluvia en una noche cerrada, o si el desarrollo tecnológico nos llevará por otros derroteros, pero por imaginar que no quede.
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