09/01/2015

Fantasia ortográfica portuguesa

Posto a estudar algo de português, e a ler algo da sua histôria, e dando voltas ao atual Acordo Ortográfico, dei em fantasear sobre o que pudesse ter acontecido se, por motivos quaisquer (provavelmente políticos) os lusoescribintes tivessem mantido uma ortografia menos inovadora em relação ao tronco iberorromance. E pus-me a transcribir um excerto duma edição brasileira das Histórias de Heródoto (Livro IV), achando que da uma aparência muito similar ao galego (especialmente à ortografia lusista, logicamente), mesmo tendo como referência o espanhol para fazer os seguintes cambios (que não forçam a pronúncia portuguesa, suposta invariável):
  • -m > -n;
  • opção pelas ñ, ll espanholas em vez das nh, lh provençais;
  • ditongos: ou > oei > e;
  • conjunção e escrita como em espanhol, y;
  • acentuação paralela à espanhola;
  • eliminação de vogais epentéticas (eia > ea; oferenda > ofrenda, etc.) e reversão de dissimilações (eu > eo, etc.);
  • reversão da ortografia da nasalidade tónica a uma mais etimológica (-ão > -ón, etc.);
  • qu- > cu- diante de a, o, como em espanhol e galego;
  • eliminacão do acento grave (à), substituído pelo agudo;
  • reversão a sc- etimológica em vez de c-;
  • sufixo -idade > -idad;
  • pequenas alterações nas vogais fechadas.
O texto ficou assim (com licença do meu professor de Português e dos irmãos lusofalantes):
Nen os Scitas, nen cualquer otro povo dessas regións falan dos Hiperbóreos a non ser os Issedons os cuais, a meu ver, tambén nada dizen. Pois do contrario os Scitas (que por informaçóns deles nos falaran sobre os Arimaspes) dir-nos-ían tambén cualquer coisa. Entretanto, Hesíodo a eles alude, o mesmo fazendo Homero nos Epígonos — a acreditar-se seja ele o verdadero autor desse poema.
Os Delios falan mais detalladamente sobre o referido povo. Contan que as ofrendas dos Hiperbóreos lles viñan envoltas en palla de trigo. Passando pelas mans dos Scitas y transmitidas de povo a povo, essas ofrendas alcançavan terras distantes, chegando até o Adriático, a ocidente, de onde eran enviadas para o sul. Os Dodoneos eran os primeros Gregos a recebe-las. Dali descían até o golfo Malíaco, de onde passavan para a Eubea, y, seguindo de uma cidad para otra, ían ter a Cariste. Dalí, sen tocar en Andros, os Caristeos levavan-nas para Tenos, de onde os Teneos as transportavan para Delos. A dar crédito aos Delios, era assín que essas ofrendas chegavan á sua illa. Acrescentan eles que, nos primeros tempos, os Hiperbóreos enviavan as ofrendas por intermedio de duas virgens — Hiperoquea y Laodicea; que, para segurança dessas jovens, os Hiperbóreos fazían-nas acompañar por cinco cidadáns, a que atualmente se renden grandes homenagens en Delos sob o nome de Pérferos; mas que, os Hiperbóreos, non os vendo regressar y ante a desagradável possibilidad de viren a perder muitos otros de seus delegados nessa missón, resolveran, depois de certo tempo, levar as ofrendas até as fronteras, envoltas en palla de trigo, de onde eran enviadas aos viziños mais próximos, a quen solicitavan remete-las a otra naçón. Dessa manera, as ofrendas ían passando, segundo os Delios, de país a país, até chegaren ao seu punto de destino.
Noté, entre as mulleres da Tracia y da Peonia, un curioso costume con relaçón ás coisas sagradas. Elas jamais sacrifican a Diana real sen fazeren uso da palla de trigo. Es como, segundo dizen, elas proceden:
Os jovens delios de ambos os sexos cortan o cabelo en honra das virgens hiperbóreas que morreran en Delos. As moças cumpren esse dever antes do casamento. Tomando de un cacho dos cabelos, enrolan-no nun fuso y colocan-no no túmulo das virgens, no recinto consagrado a Diana, á esquerda de quen entra, á sombra de uma olivera. Os jovens delios encrespan os cabelos con o auxilio de gravetos y colocan-nos no mesmo local.

06/01/2015

Consideraciones sobre la caída de Roma para estudiantes de Secundaria

Soy profesor de Matemáticas y Ciencias y no de Historia, pero como tengo en Historia también mis estudios y lecturas, quiero hacer unas consideraciones generales respecto a la "caída del Imperio Romano", ese gran tema, con más consecuencias en su posteridad de lo que pareció en su momento (pues Europa y el Mediterráneo aún no nos hemos recuperado). Mi intención es sobre todo desterrar ciertos conceptos simplones que se perpetúan en la enseñanza de este tema.

Cualquier ensayo actual que verse sobre el tema puede usarse como consulta, aunque en mi caso recomiendo particularmente, por haber sido los principales de donde saco lo que a continuación contaré:

Se suele denominar "Caída del Imperio Romano", o se suele concebir, como el hecho de la desaparición del Estado romano en Europa, despiezado por las incontenibles invasiones de unos bárbaros que lo sustituyeron por sus propios Estados, y que dio paso en el año 476 d.C. a la Edad Media.

Esta foto sencilla, sin embargo, es una primera aproximación al concepto que no se puede sostener si no se tienen en mente los muchos detalles que la matizan:

1. Las del s. V no fueron las únicas invasiones
Los germanos protagonistas de las invasiones del s. V lo fueron también de las que hubo en los dos siglos anteriores, así como de algunas del s. VI (lombardos); sin olvidar que en este mismo siglo empiezan las invasiones eslavas, en el VII las árabes, en el VIII las vikingas y en el XI las turcas, estas últimas las que verdaderamente acabaron con el Imperio, como vemos a continuación, porque:

2. El Imperio no desapareció entonces
El Imperio Romano experimentó varias divisiones, unas legales y otras por la fuerza de los hechos en varios momentos. Tomando los episodios con pretensiones de permanencia, tenemos por ejemplo que:
  • En los años 260-274 los Imperios de la Galia y de Palmira estuvieron separados del romano en sus extremos occidental y oriental, respectivamente.
  • A partir de 284, la diarquía establecida por Diocleciano, que luego pasó a tetrarquía (dos Augustos, cada uno con un César subordinado y futuro sucesor) oficializó una división del Imperio en cuatro partes que acabaron por ser las prefecturas de Oriente, Iliria, Italia y Galias, cada una con su capital (ninguna de las cuales era Roma).
  • A pesar de la degeneración del sistema tetrárquico en nuevas guerras civiles por el poder supremo, la división en cuatro subsistió, y sobre ella se asentó a partir de Valentiniano (364-375) la más profunda división del Imperio entre Oeste (que tuvo varias capitales sucesivas) y Este (con su indiscutible capital en Constantinopla, establecida como capital de todo el Imperio por Constantino). No se estableció nunca, sin embargo, que se tratase de una escisión en dos Estados independientes; los respectivos emperadores seguían siendo en teoría diarcas, pero sí funcionaron cada vez con mayor separación y hasta rivalidad.
  • Diferentes regiones del Imperio occidental fueron quedando fuera de la autoridad de sus correspondientes emperadores, hasta que llegado un momento no se mantenía ninguna; pero la mitad oriental seguía siendo Imperio Romano y su emperador podía seguir reclamando autoridad sobre la occidental. Por ejemplo:
    • Durante el s. V reinó la confusión en el trono occidental, y en ocasiones se alzaron emperadores paralelos, algunos de ellos respaldados por la bendición del emperador oriental o incluso enviados por él.
    • Cuando el considerado último emperador, Rómulo, fue depuesto en 476, no se trató de una sustitución del Imperio Romano por un estado bárbaro, sino que se aplicó a Italia el mismo cambio de sistema de gobierno que ya se había hecho en otros territorios: el de ceder su administración a jefes de origen bárbaro que ejercían como generales del ejército romano. Se informó al emperador oriental Zenón de que no le hacía falta nombrar a un colega occidental, que él era suficiente porque Occidente estaba repartido según otro sistema.
    • El emperador Justiniano reclamó décadas después su derecho a disponer de los territorios occidentales y ponerlos bajo la autoridad directa del Emperador, como estaban los orientales, y así logró hacerlo con África, Italia y parte de Hispania.
  • Fue la progresiva independencia de los reinos formados en occidente y la aparición de una conciencia diferencial (por motivos religiosos, lingüísticos, etc.) respecto al Imperio oriental lo que hizo que se negara autenticidad romana a este último hasta el punto de llamarlo "Bizantino" y justificarse su destrucción por la Cuarta Cruzada (1204). Con lo que quedó el camino libre para considerar que el Imperio "había caído" en realidad 476, y que la Edad Media no había sido más que una época oscura causada por las invasiones bárbaras.
3. La fecha no fue 476
Como acabamos de decir, diferentes territorios se fueron desgajando del occidente del Imperio en diferentes momentos, de modo que el Imperio "acabó" en cada uno de ellos en fecha diferente. Por nombrar las más destacables:
  • 358 los francos en el nordeste de las Galias, luego se extienden hasta en 486 apropiarse de todo el norte;
  • 406 los alamanes en Germania Superior;
  • 409 los suevos en Gallaecia;
  • 410 Britania abandonada;
  • 411 en Germania Superior y 443 y años siguientes en el sudeste de las Galias, los burgundios;
  • 418 los godos (visigodos) en Aquitania y a lo largo del siglo en todo el sudoeste de las Galias y el este de Hispania;
  • 429-439 los vándalos y alanos en África, luego también se apropian de las islas del Mediterráneo occidental;
  • mediados del s. V Panonia bajo dominio huno, luego ostrogodo;
  • 476 varios grupos bárbaros del ejército romano, comandados por Odoacro, se hacen con el control en Italia, y todavía por último
  • 480 Odoacro se hace con Dalmacia tras vengar el asesinato de Julio Nepote, el último emperador occidental que había sido enviado por el Imperio oriental.
476 se sigue dando a menudo como fecha única, pero sólo porque es el momento en que la propia capital imperial, que en aquel momento no era Roma sino Rávena, pasó de estar bajo la autoridad (ya casi inexistente) de un emperador al sistema de un rey bárbaro con cargo militar romano. Quizá también porque el emperador depuesto en aquel momento, Rómulo (aunque recordemos que el alternativo Julio Nepote aguantó gobernando cuatro años más sobre Dalmacia), tenía el mismo nombre que el legendario primer rey de la ciudad, y resultaba una narración redonda que Roma empezase y acabase bajo un monarca del mismo nombre. Por ello ni siquiera sirve como referencia la conquista de Roma, porque fue saqueada en 410 por los godos y en 455 por los vándalos; en 476 lo que cambió de manos fue la región fundadora del Imperio, pero sin que la ciudad de Roma fuese conquistada.

4. Los bárbaros no lo eran tanto
  • Para empezar, no eran ajenos ni extraños a Roma. No llegaron de repente de las brumas del Norte o las profundidades del Este y derribaron el Imperio. El contacto transfronterizo fue de siglos, en la Edad del Hierro Romana de los germanos, llamada así por la influencia romana más allá de los territorios que estaban bajo la autoridad de los emperadores.
  • Muchos bárbaros eran parte de las tropas de Roma, como los francos o burgundios, y los títulos de sus líderes eran cargos del ejército. Hasta tal punto estaban los bárbaros integrados en el ejército romano, que algunos autores prácticamente niegan que hubiera invasión alguna, sino que se trató de una revolución en la cúpula del poder a la que luego se atribuyeron unas características étnicas legendarias. Las etnicidades bárbaras no pueden sin embargo negarse a la vista de hechos culturales palmarios, como los préstamos léxicos germánicos (algunos de los cuales pueden datar de antes del s. V mismo, por ser comunes a gran parte de la Romania) y la legislación distintiva germánica (que en muchos casos era supletoria de la romana, o que tenía a ésta como referencia). Lo indiscutido es que los jefes bárbaros ejercieron el poder de manera cada vez más independiente y fueron sustituyendo a las autoridades romanas:
    • de modo progresivo y más o menos solapado, como los visigodos o los burgundios aprovechando la confusión en el poder supremo de los romanos, o
    • declaradamente, como cuando se pasó de la situación de que el franco Childerico fuese leal oficial del ejército romano bajo el mando del general Egidio a que Clodoveo hijo del primero se rebelase y derrotase a Siagrio, hijo del segundo.
  • Muchos grupos bárbaros se hicieron con sus territorios mediante un acuerdo legítimo (foedus) con los emperadores, y ostentaron el título de rey de cara a sus seguidores, mientras para los romanos que seguían estando en esos territorios eran gobernantes delegados por el emperador. Los líderes bárbaros se habían hecho cada vez más aceptablemente romanos, siendo considerados continuadores de un Imperio que no había desaparecido, en un proceso gradual de integración a través del ejército: jefes tribales à generales y altos cargos (Estilicón, Ricimero) à reyes federados à reyes de bárbaros y romanos por igual (Eurico, Teodorico, Clodoveo). En este proceso, el s. V no supuso una discontinuidad, pues al cabo los reyes, aun manteniendo un orgullo germánico, acabaron por serlo de un pueblo integrado (tanto en Hispania como en Galia, pero también en Inglaterra, donde con el paso de los siglos los germanos asimilaron a los britanos) hasta que por fin se dio título, apariencia y consideración imperiales completos a alguien de estirpe germana (Carlomagno, año 800).
  • Tampoco debemos olvidar el hecho bien conocido de que Roma se había "barbarizado" por su parte, o mejor dicho, que las costumbres, estructuras sociales, artes, etc. que solemos identificar con los reinos "bárbaros" de inicios de la Edad Media son en realidad una evolución continua de lo que heredaron de Roma. En los ss. IV y V, los romanos no eran el arquetipo de toga y armadura de placas de la edad de oro, ni los germanos unas bestias en taparrabos.
5. Los reinos bárbaros no sustituyeron completamente al Imperio
Los reyes bárbaros (notablemente francos y visigodos) no crearon estructuras políticas de la nada, sino que heredaron modelos políticos y jurídicos, se aliaron con la población romana regional e incorporaron las estructuras de poder preexistentes. Por ello a menudo se denomina a esos estados "reinos sucesores" del Imperio.
    Entonces ¿en qué consiste la "Caída del Imperio Romano"?
    Buscar causas profundas es complicado y ha sido objeto de innumerables teorías de mayor o menor rigor, y se han aducido causas de toda clase: climáticas, sanitarias, religiosas, militares... Y sin embargo, con la mente abierta a la visión de los ríos de la Historia, la caída de Roma consiste sencillamente en que lo que en un momento estuvo unido, luego ya no lo estaba.

    No ocurrió en un momento clave único y decisivo, que decidió el curso de la Historia. Pues nunca dejó de haber luchas por el poder supremo sobre Roma que amenazaran la unidad del Estado, pero por un tiempo, como en las películas de Los Inmortales, "sólo podía quedar uno": si se alzaba un aspirante aquí y otro allá, al final uno de ellos acababa con los demás. En el s. III los emperadores "parciales" aguantaron algo más, en las Galias y Palmira que hemos visto arriba. De Diocleciano a Valentiniano la partición se hizo oficial, y a partir de ahí la separación fue efectiva, duradera y cada vez mayor... En el s. V ya cada gran pedazo del Imperio occidental iba por su lado: unas provincias abandonadas, otras cedidas, otras invadidas, y Galia e Italia peleándose a ver cuál era capaz de elevar a un emperador. Hasta que llegó el momento, del s. VI en adelante, en que cada rey bárbaro se impuso en uno de esos trozos, pero no más allá, y la autoridad imperial fue cada vez más teórica y menos práctica en occidente... con lo que vamos llegando al concepto de rey y la relación entre reyes y emperadores que nos es típica de la Edad Media.

    El Imperio pervivió mientras lo hizo su capital Constantinopla. La Cuarta Cruzada conquistó la ciudad e hizo saltar el Imperio en pedazos, que cual Terminator 1000 se reorganizaron y al cabo volvieron a hacerse con ella. Por ello se considera que los últimos restos de Roma perviven hasta que los turcos penetran las murallas de la carcasa medio vacía de la ciudad (1453) y por último rinden el último estado producto de la fragmentación causada por aquella Cruzada, el Imperio de Trebisonda (1461). La herencia simbólica que pudieran reclamar los Sultanes otomanos o los Zares de Rusia es ya otro asunto.

    04/01/2015

    Sangenjo - Arteijo

    En la Wikipedia en español, en los artículos sobre lugares de españa con nombre en una de las lenguas cooficiales, se pueden ver discusiones que al principio resultan curiosas, al final aburridas, sobre qué nombres son los correctos. Básteme sobre estas discusiones remitirme a los criterios de la propia Wikipedia en español al respecto, que determinan qué es lo que está bien puesto en Wikipedia.

    Lo que me interesa es el hecho en Galicia, relacionado con los motivos de dichas discusiones, de oír de vez en cuando que nombres como Sangenjo, Arteijo, Puebla, Noya, Rianjo, Villagarcía, Puentes, Villaúje, etc. "están mal" o incluso "no existen" porque no son oficiales o porque son "traducciones equivocadas". Posturas que de siempre me resultaron curiosas y, a raíz de pensármelo dos veces y formar mi opinión en el asunto, empezaron a serme además fastidiosas.

    Mi primera toma de posición viene por el rechazo del oficialismo lingüístico, que es considerar que las cosas "se dicen" como lo mandan las autoridades, en lugar de otorgar la soberanía lingüística a los hablantes de cada lengua, como hace (y creo que muy sanamente) la RAE. Es decir, que una palabra "se dice" cuando al menos una persona la usa y punto, no cuando aparece en un diccionario.

    A continuación podemos empezar a eliminar capas de simpleza por el hecho de que en topónimos cuya pronunciación no se distingue entre gallego (el real, no el "xunteiro" normativo) y castellano, las diferencias ortográficas son sólo apariencia (p.ej. "Noya - Noia", que en ambas lenguas se pronuncia /'noʝa/ y sólo el gallego oficial exige como /'noja/).

    El siguiente paso es descartar el argumento de que determinadas cosas "se dicen mal porque lo mandó Franco", como si Franco tuviera aún tanta capacidad para alienar a sus paisanos cuando lleva muerto más tiempo del que estuvo mandando... o para haber mandado cambiar cosas antes de mandar. Quiero decir que este argumento sencillamente desconoce que hubo otras épocas (anteriores a la fiebre nacionalista decimonónica, recomiendo v. El Paraíso Políglota) en que la gente se preocupaba más por comunicarse y menos por imponer su personal sueño de identidad colectiva a sus vecinos, y por tanto hablaba y escribía sencillamente como le parecía más adecuado, y por tanto es entendible que escribieran tal o cual cosa de manera diferente a como se hace hoy en día... entre otros motivos porque las cosas siempre cambian y ellos vivían en otra época. Pondré como ejemplos cinco mapas de Galicia que tengo delante según escribo esto, que por orden cronológico son:
    1. el de Ojea (1602),
    2. el de Cantelli (1696),
    3. el de Tomás López (1784),
    4. el de Dufour (1849),
    5. este otro, menos detallado, que incluyo sólo por su fácil accesibilidad on-line y pertenecer a todas luces al s. XX.
    Me referiré a ellos por su numeración. Ojo, no son reflejos fidedignos de cómo eran todos los topónimos que incluyen en la época en que se confeccionaron (de ningún documento nos podemos fiar tanto), pero sí sirven de referencia para el proceso de evolución de los nombres.

    Porque sí, evolución es, creo yo, el concepto clave. No podemos juzgar a la ligera que algo "está mal" sin entender por qué está así. Así que vamos a ejemplos como los que mencioné arriba.

    Cuando se habla de "mala traducción" o algo por el estilo, estamos presuponiendo que la persona que dice "mal" un nombre lo hace aplicando una traducción al término "bueno". Pero ¿y si no está traduciendo, sino simplemente repitiendo lo único o lo más frecuente que ha oído?

    Por si algún foráneo lo desconoce, a raíz de la Ley de Normalización Lingüística del Parlamento de Galicia, de 1983, ha habido un exterminio oficial de los topónimos castellanos ya que dicha ley establece (Art. 10.1) que "Los topónimos de Galicia tendrán como única forma oficial la gallega". Esta galleguización, en consonancia con el criterio corto de miras de que (Art. 1) "El gallego es la lengua propia de Galicia" (ojo, la única) no ha reconocido el hecho de que muchos nombres castellanos podían ser tradicionales y por tanto formar también parte del patrimonio cultural de Galicia.

    La galleguización, al plantear como no propias de Galicia las formas en castellano, sí ha incurrido en el riesgo de traducir nombres que no eran traducidos, sino simplemente patrimoniales en una lengua que también existía en Galicia.

    Vayamos a dos casos concretos, los que más me han animado a enrollarme con esta entrada: Sangenjo y Arteijo, que no sólo comparten el conflicto en torno al fonema /χ/, sino también el hecho de que corresponden a localidades vecinas a dos capitales de provincia, por tanto tradicionalmente más conectadas con la administración central y con más implantación de la lengua española común que su entorno.

    Sangenjo (oficial en gallego Sanxenxo): la traducción exacta al castellano que se le suele atribuir sería San Ginés, pero no es éste el nombre castellano que algunos usan, sino Sangenjo, que no es por tanto la traducción del gallego. Ambos, "Sangenjo" /saŋ'χenχo/ y "Sanxenxo" /san'ʃenʃo/ tienen su origen último (v. la interesante tesis doctoral de Joaquín Caridad) en Sanctus Gĕnĕsius, título dado a Poseidón, que en cierto momento de la Edad Media se escribió "Sanctu Geneciu" porque se pronunciaba /san 'ʒentsio/ tanto en gallego como en castellano, que en aquel momento aún no se habían diferenciado en la pronunciación de esas consonantes.
    Pero en el paso de la Edad Media a la Moderna las lenguas romances occidentales simplificaron su sistema de sibilantes. Entre los ss. XVI y XVII el castellano y el gallego realizaron el cambio de manera similar, que afectó a nuestro topónimo así: /san 'ʒentsio/ > /san'ʃensio/ > /san'ʃenʃo/.
    Pero mientras que la pronunciación gallega sólo "llegó" hasta la /ʃ/, que hoy escribe como "x", en castellano siguió cambiando, llevándose la pronunciación del paladar al velo del paladar e incluso más atrás, como en la mayor parte de España, en que la pronunciación de /x/ es uvular (/χ/). Por último, la grafía con que se representaba /x/ se uniformizó a "g" y "j" en casi toda la Hispanidad (no en México, por ejemplo, donde más se conserva la grafía "x" arcaica y aún se pronuncia /x/).
    Por tanto en castellano la evolución de la pronunciación continuó /san'ʃenʃo/ > /san'xenxo/ > /san'χenχo/. Y es asimismo lógico que nos lo encontremos escrito "S. Xenso" en los mapas 1 y 2, "San Jenjo" en el 3, "Sanjenjo" en 4 y "San Genjo" en 5: nos muestra que de 1 a 4 la ortografía era relativamente fonética, siguiendo el /ʃ/ al principio común a gallego y castellano, representado con una "x" no etimológica; al diferenciarse el castellano y cambiar la norma ortográfica, la ortografía siguió a la pronunciación. Sólo en el caso del s. XX tenemos la opción no sólo fonética sino más etimológica de "Genjo" (< "Geneciu", recordemos).
    Nótese y compárese respecto a este caso que este "Gĕnĕsius" da también el nombre de la localidad orensana (sin seseo por tanto) que sólo aparece como "Ginzo" en 1, 4 y 5, y "Jinzo" en 3. Tendríamos que ponernos a comprobar si "Xinzo" es ortografía tradicional o sólo un producto de la normalización.

    Arteijo (oficial en gallego Arteixo): como le ocurre a Sangenjo, su traducción ciega al gallego sería una especie de "Artejón", pero si nos fiamos de lo que varias fuentes dicen, incluida la web del Ayuntamiento (y parece un dato verosímil), en realidad procede de Artasio, topónimo prerromano. Mismos fonemas /χ/ y /ʃ/ y misma situación. Eso sí, sólo aparece en el mapa 3, y como "Arteixo", que en aquella época (1784) lo mismo podía estar escrito en castellano que en gallego.

    Con todo esto quiero dejar claro que, en definitiva, hay muchos casos en que el castellano "g, j" = gallego "x" no es una "mala traducción", sino una cuestión compleja. A lo sumo, sólo en algunas fases más recientes, una vez que se cobra conciencia de la diferencia entre la pronunciación gallega y la castellana (entre otras cosas representada por la diferente ortografía), podríamos estar seguros de que nombres que rara vez se habrán mencionado en castellano sufren una traducción sin apoyo en la tradición (como el caso que conocí de Coucijoso por Coucixoso, lugar aislado de la influencia lingüística castellana). Pero tampoco podemos estar seguros. Yo mismo consideraba una "traducción" innecesaria la que de vez en cuando oía en algunos círculos cercanos de "Villaúje" por "Vilaúxe" (al sur de Chantada), pero he aquí que en medio de la redacción de esta entrada me encuentro el ejemplo castellano en el mapa 3.

    Esos dos siglos, XVI y XVII, de evolución del castellano /ʃ/ > /x/ fueron sin duda de vacilación de pronunciaciones y al cabo ortografías, con una /ʃ/ gallega = /x/ castellana, escritas según los casos, unas veces etimológicos y otras no, como "x", "g" o "j" (dicha sea de paso la ocurrencia de que el gallego, uniformizando todo a "x", ha perdido una oportunidad de hermanarse gráficamente tanto con el portugués como con el castellano, manteniendo grafías como "Ginzo", que se pronunciaría /'ʃinθo/ en gallego, /'χinθo/ en castellano y /'ʒĩzu/ en portugués pero se escribiría igual en las tres lenguas).

    El hecho de que los dos casos que dan nombre a esta entrada sean topónimos, como digo arriba, cercanos a la irradiación de la lengua castellana en Galicia es lo que me ha hecho adoptar mi postura actual al respecto, que es la de no tomar una decisión ligera a la hora de juzgar la autenticidad de un topónimo. Considerar que todos los nombres de Galicia deben estar en gallego es arriesgarse a destruir lo original y perder riqueza verdadera, no retórica, en otra de las manifestaciones de lo que yo llamo el "síndrome del taxónomo" en la política lingüística: la obsesión por la variedad lingüística hasta el punto de poner su preservación por encima de la libertad de la gente para hablar lo que le venga en gana siempre que pueda.

    He comprobado en varias ocasiones que el topónimo castellano era mantenido por gallegohablantes de la zona al hablar en castellano, que usaban en cambio el gallego al hablar en gallego, como es lógico; mientras que gente desconocedora del topónimo tradicional castellano (gente esta tanto gallegos como foráneos) consideraba una rareza incluso risible la versión castellana, ya que sólo han conocido el topónimo oficial. Como, por otra parte, ocurre con Sangenjo y Arteijo, que he oído en boca de, respectivamente, pontevedreses y coruñeses (capitalinos en ambos casos), además de foráneos en caso de Sangenjo, que lo llevan por supuesto diciendo toda la vida, y no lo han traducido de ningún lado.

    NOTA a 16/02/2019: Disfrutando con las disquisiciones filológicas de J. J. Moralejo en Callaica Nomina, acabo de encontrar su análisis al respecto de lo tratado en mi entrada, coincidente con ella y a la que aporta más datos y profundidad. Transcribo:
    Hay otros supuestos de la castellanización que tienen su particularidad: por ejemplo, casos tópicos como Sangenjo -es decir, todas las grafías con g y j frente a la x hoy normativa: Ginzo, Deijebre, Fojo...- no representan otra cosa que formas patrimoniales gallegas -puras y auténticas, digamos, pero ‘corrupciones’ de Ginesius, Dessiobris, Foveum-, son formas con grafías tradicionales o históricas (y en muchos casos, no siempre, etimológicas) g, j que la lengua gallega compartió con todas las demás peninsulares (cf. en portugués Aljubarrota, Gerês...), pero que la escolarización exclusiva en lengua castellana arrastró a valores fonológicos castellanos modernos, es decir, a una fricativa gutural sorda de la que se quiso escapar con la grafía x que tenemos en Sanxenxo, Xinzo, Deixebre, Foxo... y en léxico común queixo, buxo, coxa...; una grafía que ahora los lusistas rechazan por antietimológica y aislacionista.

    02/01/2015

    Corrupción de las oposiciones a la Enseñanza Secundaria

    El Real Decreto 276/2007, de 23 de febrero, aprueba el Reglamento de ingreso, accesos y adquisición de nuevas especialidades en los cuerpos docentes. Entre otras cosas, determina el formato de los exámenes de oposiciones al cuerpo de profesores de Enseñanza Secundaria, que por ser el que conozco es el que quiero tratar, poniendo el ejemplo de las de Matemáticas de 2014 en Galicia, que he vivido por dentro.

    Por hacer un pequeño resumen, digamos simplemente que las provisiones de puestos de profesores tienen tres fases:
    • oposición (exámenes),
    • concurso (los que aprueban los exámenes reciben puntos, según un baremo, por su experiencia y circunstancias personales),
    • prácticas (las personas con más nota resultante de las dos fases previas, hasta cubrir las plazas necesarias, pasan un tiempo de prácticas para confirmar que son aptos para el puesto).

    A su vez, dicho R.D. establece (Art. 21) que la fase de oposición consiste en:
    1. Una prueba “de los conocimientos específicos de la especialidad docente”, con dos partes:
      1. prueba práctica que permita comprobar que los candidatos poseen la formación científica y el dominio de las habilidades técnicas correspondientes a la especialidad a la que opte”, y
      2. desarrollo por escrito de un tema elegido por el aspirante de entre un número de temas, extraídos al azar por el tribunal”.
    2. Otra prueba para “la comprobación de la aptitud pedagógica”, también con dos partes:
      1. Presentación de una programación didáctica”, y
      2. Preparación y exposición de una unidad didáctica”.

    Cada prueba (Art. 22) se califica de 0 a 10, y es eliminatoria, es decir: quienes obtengan menos de 5 puntos en la primera prueba quedan eliminados y ya no pueden hacer la segunda, y quienes hayan superado la primera pero luego tengan menos de un 5 en la segunda, no pueden acceder a la fase de concurso, en que se valoran numéricamente los méritos del candidato. A la última fase, de prácticas, acceden los aprobados de mejores notas hasta cubrir las plazas.

    Pues bien, voy a exponer una serie de notorios defectos e inconveniencias, por calificarlos lo más suavemente posible, del sistema, tanto en la teoría como en la práctica, tratando cada punto por orden:

    Sentido de un examen de la materia
    Para empezar, parece lógico que para acceder a un puesto de profesor de una materia se examine al candidato de dicha materia. Pero esto se contradice con un hecho de principal importancia: la convocatoria no es abierta, sino que para poder acceder a un puesto ya es requisito tener conocimientos previos, pues a cada especialidad sólo se puede acceder teniendo previamente un título académico de una lista restringida. La contradicción es la siguiente: si para acceder a un puesto se pide tener conocimientos previos superiores al puesto en cuestión, ¿por qué se hace un examen de conocimientos? Y al contrario: si se hace una prueba de conocimientos de la materia, ¿por qué no se deja entrar a todo el mundo?

    Además, en la valoración de méritos de la fase de concurso ni siquiera se valoran más las titulaciones más relacionadas con la especialidad que las menos. Otro tanto ocurre con la formación como docente (antes CAP, ahora Máster en Profesorado), que debería estar en relación con la 2ª prueba, que comprueba la aptitud pedagógica del aspirante, pero acaba por ser un simple requisito ciego, en que no se distingue a los que han cursado sólo unas prácticas de los que un año entero de Máster, etc.

    Sentido del desarrollo escrito de un tema en la era de los recursos on-line
    El Gobierno reglamentador de las oposiciones (en aquel momento era presidente Zapatero, y la Ministra de Educación y Ciencia firmante del R.D., Mercedes Cabrera; y los Gobiernos siguientes lo han mantenido) demuestra una auténtica ceguera respecto a lo que supone en la enseñanza el que estemos en la era de Internet al plantear en la Parte B de la 1ª prueba un examen teórico. Los que nos dedicamos a la enseñanza conocemos el impacto que tiene en la tradicional enseñanza memorística el hecho de que la información esté disponible en todo momento al alcance de la mano: lo necesario no es tener la información en la cabeza, sino saber manejarla. Por eso una prueba consistente en el desarrollo teórico de un tema está completamente obsoleta.

    Contenido del examen de la materia
    La materia de que se examinan los aspirantes en la 1ª prueba está determinada (Orden ECD/191/2012) por los temarios de 1993, que serían unos temarios como otros cualquiera si no fuera porque, al menos en Matemáticas y Física y Química, que son las especialidades que me son familiares, se salen completamente de “los conocimientos específicos de la especialidad docente”, que no es por ejemplo las Matemáticas o la Física y la Química en general, sino las correspondientes especialidades que se imparten en la Enseñanza Secundaria. Para no ser menos, también en la práctica las preguntas de los exámenes de la oposición se salen del nivel de la Secundaria, con lo que nos encontramos que unos tribunales formados por (Art. 7) “funcionarios de carrera en activo de los cuerpos de funcionarios docentes” van a proponer y evaluar exámenes, como veremos a continuación, no sobre docencia de cada materia en Secundaria, en lo que son expertos, sino de nivel general dentro del temario de la especialidad. La extracción de los miembros de los tribunales no casa con la materia que examinan.

    Calificación y resultados de los exámenes
    Asumido lo anterior, y puestos los candidatos a examinarse, lo que esperaríamos cuando tenemos 500 personas a calificar es que haya una distribución medianamente continua de las frecuencias de resultados, es decir, que si representamos el número de resultados obtenidos en cada intervalo de notas no haya grandes acumulaciones o vacíos aislados, sino que vaya aumentando o disminuyendo suavemente. Exámenes difíciles harían que la mayoría de notas se amontonase hacia el 0, los fáciles que se amontonase más hacia el 10, y dificultades intermedias producirían acumulaciones en notas intermedias.

    Pues bien, veamos un ejemplo. La siguiente gráfica muestra las calificaciones otorgadas por los tres tribunales de Matemáticas en Galicia el pasado año (no se cuentan los ceros ni las personas que por el motivo que fuera figuran sin calificación):



    ¿Llamativo? ¿Son los datos suficientemente elocuentes respecto a lo ocurrido? Pues según parece:

    Inicialmente la distribución de resultados corresponde, según decíamos arriba, a lo que hubiera sido un examen difícil: la mayoría de la gente suspensa, y cuanto más alta la nota, más escasos los candidatos que la han obtenido. Examen difícil o corrección rigurosa, que al final resultaría en lo mismo; pero bien puede aceptarse que el tribunal, en su libertad de criterio, a la hora de poner aprobados decida poner los mínimos posibles.

    Pero en lugar de tener una distribución continua, llama la atención ese notorio hueco del 4: casi no hay suspensos con un 4 y algo, mientras que ¡pop, magia! vuelven a aumentar los casos de 5 y pico; de hecho los que aprueban por la mínima son los más numerosos.

    Para más curiosidad, si consultamos los resultados por tribunal (animo a comprobarlo), vemos que en la 1ª prueba el Tribunal 1 aprobó a 10 personas, el Tribunal 2 a 11 y el Tribunal 3 a otras tantas, que ¡oh, casualidad! son sólo 2 ó 3 más que las plazas que cada uno tenía que cubrir.

    Lo que ha ocurrido está bien claro: se ha hecho una primera corrección draconiana que ha dejado fuera a todos excepto a unos pocos casos indiscutibles, y a continuación, en una corrección más fina, ha habido una revisión de los suspensos con notas más altas para poder aprobar a tantas personas como puestos tiene que cubrir cada tribunal y unas pocas más, de manera que a la hora de realizar la segunda prueba sólo tuvieran que descartar a esas 2 ó 3 personas “de sobra”.

    Con todo ello los Tribunales están flagrantemente defraudando el espíritu de las pruebas, ya que en lugar de examinar “los conocimientos específicos de la especialidad” de los aspirantes según unos criterios fijos y dejar pasar a la segunda prueba a tantos como hayan aprobado la primera, lo que están haciendo es una simple criba, con no se sabe qué intenciones. Lo que deberían hacer es establecer unos criterios claros de qué es lo que debe saber un profesor de Secundaria, poner los exámenes de acuerdo a ellos, y certificar si cada aspirante cumple o no con los criterios: si los cumplen menos personas que las 8 plazas que el tribunal debe cubrir, habrá plazas vacantes; si los cumplen más, deberán pasar a la 2ª prueba todas esas personas y tomarse el tribunal el trabajo de valorarlos a todos.

    Lo que es peor, la cantosa revisión de suspensos demuestra que el retoque de las notas no sólo es posible sino que se hace, pero no hay garantías de que el criterio de la revisión sea sólo cribar aspirantes para que a la 2ª prueba sólo accedan los justos. Por increíble que parezca, las pruebas no son anónimas, sino que van con nombre y apellidos enteritos, y nada impide que se modifiquen notas mirando al nombre más que al examen.

    Lo del anonimato tiene especial pecado. El R.D. obliga (Art. 10.1.h) a que “En aquellas pruebas escritas en las que no se requiera la exposición oral por el candidato o lectura ante el tribunal, deberá garantizarse el anonimato de los aspirantes”. Pues bien, si ponemos por ejemplo la convocatoria de Galicia, el correspondiente Decreto dice (Base 10.3.2): “Al efectuarse la primera y segunda parte de la prueba por escrito, se procederá a su lectura conjunta”, a pesar de que la lectura es un procedimiento completamente absurdo, especialmente en Matemáticas, que habitualmente consiste en tan sólo abrir el sobre que se dejó cerrado el día que se entregó el examen, para gran estupor y fastidio de aspirantes desplazados cientos de kilómetros. Resulta increíble que se asegure el anonimato en pruebas públicas de menor categoría, como una Selectividad, y no en el acceso a la función pública.

    El espíritu de las pruebas no sólo se defrauda convirtiendo la 1ª en una criba, sino que prácticamente deja sin efecto la 2ª, que casi no selecciona nada: en el caso que pongo por ejemplo, suspendieron una persona tanto en el Tribunal 1 como en el 2, y tres en el Tribunal 3. Francamente sorprendente teniendo en cuenta el porcentaje de suspensos de la 1ª prueba; si el porcentaje se hubiera mantenido, sólo hubiera debido aprobar un aspirante por tribunal. Lo cual abunda en el hecho de que los tribunales no atienden en la 1ª prueba a criterios de conocimientos de la materia, sino de criba. Por tanto, se está cifrando todo el concurso-oposición en sólo la primera prueba de sólo la oposición, que es una pequeña parte del proceso.

    Conclusión
    Al plantearse un proceso de selección de personal para un puesto, lo que cualquier organización debería por lógica buscar es que la persona que consiga el puesto sea la más adecuada posible para su desempeño, y la administración pública debería buscar la excelencia en este aspecto. Para ser profesor hace falta saber cómo puede ser el material humano que se pretende formar, cómo formar, y por último conocer toda la materia impartida a mayor nivel que los alumnos.

    Soy de la opinión (y puedo decir que no arrima el ascua a mi sardina) de que el movimiento se demuestra andando y los mejores profesores se deberían buscar en la práctica, dando por tanto la vuelta al procedimiento: una vez cumplidos los requisitos, en primer lugar poniendo a los aspirantes a dar clase (y no va cualquiera: no olvidemos que las prácticas son parte del requisito previo de formación docente para cuyo Máster el futuro profe ya paga sus buenos cuartos) y evaluando su desempeño como profesores; después valorarlos como docentes teóricos y paralelamente puntuar como en la fase de concurso. Para todo ello ya es necesario tener conocimientos de la materia que se quiere impartir; a quien no los tenga se le puede descartar, pero no de la forma masiva que se hace ahora. Un examen final escrito (y anónimo, por descontado) de la materia sólo sería necesario para resolver empates.

    NOTA a 18/08/2015: la propuesta Nuevo Acceso Docente plantea la necesidad de reformar el sistema de selección del profesorado en un sentido parecido a lo que he expuesto en esta entrada. Entre los partidos políticos, tanto Ciudadanos actualmente como el PSOE en su programa de 2011 apuntan algunos aspectos parecidos, mientras que Podemos, en una línea típicamente izquierdista, basa sus mejoras en el aumento de recursos tanto económicos como humanos. No olvidemos en cualquier caso que, como digo arriba, el RD vigente sobre la selección de profesorado es obra del PSOE y ha sido mantenido por el PP.