12/01/2010

Influencia castellana en la lengua gallega

"Los gallegos se fijaban en Toledo al hablar": afirmación audaz, pero sin la cual no se puede comprender cabalmente qué y cómo se habla hoy en Galicia.

No debemos olvidar que ya antes de la época gloriosa (según nos dice la enseñanza pública de Galicia) de la lengua gallega, la de Alfonso X el Sabio, la referencia era Castilla, porque la referencia que los hablantes de una lengua toman tiene motivos prácticos, no filológicos (lo cual a menudo se quiere olvidar). El trato con los portugueses, antiguos gallegos del sur sumados de mozárabes, podía continuar a escala local, pero la gran escala se vio dificultada por la frecuente hostilidad, cuando no guerra, del grueso de los reinos respectivos.

Después de esa época en que el gallego tuvo cierto prestigio, lo fue perdiendo. Con el paso de los siglos Galicia en general pierde importancia mientras la adquiere Castilla, y con ello las referencias que en tema de lenguas tienen los gallegos, lo mismo que el resto de habitantes de España. Suscribo el análisis de J.R. Lodares (El Paraíso Políglota) conforme la expansión del castellano en la Península a lo largo de su historia se ha debido a la pujanza y prestigio político de Castilla, simplemente porque los hablantes de otros dialectos de la Península trataban habitualmente con castellanos.

Insisto en ello porque es común la idea de que el castellano lo mandaron hablar los Reyes Católicos, o Franco. Quien sostiene esto obvia o desconoce lo dicho arriba, que la gente habla o deja de hablar según le interesa, y ese interés rara vez viene determinado por imperativo de una ley, que además suele fracasar porque se promulga con intención de cambiar un interés real de la gente que va en otro sentido. Las teorías sobre el auto-odio de los gallegos tienen poco de filológico y mucho de intencionalidad sociopolítica; pero vamos a dejar estas consideraciones para más adelante.

Lo que ahora quiero resaltar es que desde siempre los gallegos estuvieron en tratos con los castellanos, y por tanto la lengua gallega y la castellana influidas mutuamente desde sus mismos orígenes, sólo que la diferencia en el número de hablantes ha puesto la inercia a favor de la última. Y en este punto quiero mirar más en detalle eso de que los gallegos se fijasen en Toledo al hablar: aunque el castellano era suficientemente diferente como para ser percibido como otra lengua, no lo era tanto como para que no se pudiesen traspasar con facilidad multitud de elementos.

Respondo con esto al comentario de Alfonso Rey a la entrada sobre formación de lenguas, según la cual el llamado castrapo, que en sentido amplio es la mezcla entre gallego y castellano, sería un inicio de fusión entre las dos lenguas. Yo casi iría más allá: el castrapo es el vínculo que nunca se ha roto, simplemente un conjunto de opciones (de entre las elecciones de innovaciones que decíamos en las primeras entradas el blog) que muchos hablantes de gallego han hecho en comunidad con los castellanos.

El castrapo es despreciado por el común de los gallegos instruidos por considerarlo gallego impuro, pero yo defiendo que gallego es lo que hablen los gallegos: no sólo el gallego que se dice más puro, sino toda la gradación que hay de la menos a la más castellana de las variedades del gallego. El caso simpático de que, por ejemplo, haya en Chantada a quien le parezca curioso que al cuchilo lo llamen coitelo en Escairón (a 5 km) es de lo más natural. Apártese de mí el repetir el comportamiento que llegué a tener yo de pequeño de ir a la aldea y decir a mis primos que “non se di así”. La enseñanza pública casi llegó a hacerme creer que el gallego que aprendía en el colegio era el bueno. Me hace sentir como un señorito snob asqueroso.

Lo que yo diría que es menos gallego, por no tener una base real, es el xunteiro o gallego normativo, producto de elucubraciones filológicas más que de la realidad lingüística. Pero de eso, repito, hablaré más adelante.

Por terminar con unos casos anecdóticos, recuerdo un documental (creo que lo vi en 2009) de la Televisión de Galicia en que se entrevistaba a gente de dentro y fuera de Galicia acerca de la situación de la lengua gallega en las tierras limítrofes con Galicia. En él un aldeano portugués de la frontera comentaba que cuando iba a Oporto lo tomaban por gallego, cuando, francamente, su acento a oídos de un servidor sonaba decididamente portugués, aunque próximo. Por otro lado, había varios asturianos, la mayoría hablaban castellano o asturiano, y uno gallego. También eran entrevistados personajes de cierto renombre de Galicia, ésos básicamente teorizaban. Y filólogos asturianus, indignados con las intromisiones de sus colegas gallegos al oriente de los límites de Galicia: ¿por qué no dicen que el del norte de Portugal es gallego? se preguntaban. Me parece, si podemos volver a citar la entrada sobre el modelo de árbol, que todos los teóricos se estaban peleando por apartar las ramas y pretender que no se tocan, olvidándose del entremezclamiento natural de los idiomas.

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